
Capítulo III
“Enfermedades síquicas de la ética de las empresas informativas”
Podríamos iniciar este capítulo, señalando que la ética en las organizaciones informativas, debe ser construida desde sus cimientos, éstas mal que bien, tienen referencias éticas y por lo consiguiente luchan por trabajar éticamente, muchas de ellas, por no decir que todas, nacieron, se fortalecieron y se mantienen bajo el fundamento de la ética. Muchos propietarios, editores y periodistas sienten y son conscientes de sus responsabilidades éticas.
Sin embrago, al interior de las organizaciones informativas, ha crecido el síndrome de delegar la responsabilidad; por ejemplo a los periodistas se les solicita mantener una ética por las informaciones que provee y éstos se liberan, argumentando que la responsabilidad no es directamente de ellos sino de las fuentes de información o que la tienen los directores del medio para el cual labora, quienes en últimas tienen el poder de decisión de marcar el estilo ético informativo.
En este caso la ética informativa no es solo cuestión de periodistas o directivos, es un tema que debe ser el eje central de funcionamiento de toda la organización informativa, por que en últimas afecta el trabajo y el nombre de quienes hacen parte de la misma. Es claro que podríamos comenzar a hablar del término de esquizofrenia ética donde se llega a deformar la figura del periodista y se comienza a convertir a las salas de redacción en salas de clínica informativa.
Por una parte, el periodista puede llegar a entrar en conflicto con su ética profesional y la cultura de la empresa para la cual labora, llegando a refugiarse en un escepticismo frustrante y deformador y por otro lado la falta de ética empresarial termina por degradar y dejarse aplastar ante las presiones del poder o de los poderosos.
Ahora aparece otra enfermedad presente en las empresas informativas, la cual radica en afirmar que la calidad de la información no vende, una posición bastante pesimista y oscura que se convierte en un obstáculo para replantear la ética en la información, argumentando que las cosas bien hechas no son rentables, por lo consiguiente no vale la pena luchar por conseguir una calidad en la información, traduciéndose en fomentar la desinformación, el fraude informativo, el amarillismo, etc.
Las empresas informativas deben dejar a un lado el dilema e información o beneficios, la cuestión no es decidir entre éstas dos, la idea es plantearse la posibilidad de que las dos caminen de la mano. El deber profesional de informar y el ético de lucrarse hacen parte del mismo deber, es claro que en cualquier tipo de empresas están presentes dos dimensiones, la económica y la social.
Finalmente la tarea para todas las instituciones informativas es la de integrar la sensibilidad de todos los que hacen parte de la misma hacia un periodismo de calidad, con un sentido de construcción en comunidad por el fin común de ganar dinero; esta ética unitaria tiene dos objetivos que la componen: dar a la empresa principios editoriales y éticos claros y reconocer las singulares características que tiene la relación de trabajo de los periodistas.
Podríamos concluir este capítulo diciendo que no solo se requiere la prestación del servicio laboral del periodista sino que este servicio tenga una dirección concreta; marcada por los principios editoriales y éticos de la empresa informativa a la cual pertenece.
“Enfermedades síquicas de la ética de las empresas informativas”
Podríamos iniciar este capítulo, señalando que la ética en las organizaciones informativas, debe ser construida desde sus cimientos, éstas mal que bien, tienen referencias éticas y por lo consiguiente luchan por trabajar éticamente, muchas de ellas, por no decir que todas, nacieron, se fortalecieron y se mantienen bajo el fundamento de la ética. Muchos propietarios, editores y periodistas sienten y son conscientes de sus responsabilidades éticas.
Sin embrago, al interior de las organizaciones informativas, ha crecido el síndrome de delegar la responsabilidad; por ejemplo a los periodistas se les solicita mantener una ética por las informaciones que provee y éstos se liberan, argumentando que la responsabilidad no es directamente de ellos sino de las fuentes de información o que la tienen los directores del medio para el cual labora, quienes en últimas tienen el poder de decisión de marcar el estilo ético informativo.
En este caso la ética informativa no es solo cuestión de periodistas o directivos, es un tema que debe ser el eje central de funcionamiento de toda la organización informativa, por que en últimas afecta el trabajo y el nombre de quienes hacen parte de la misma. Es claro que podríamos comenzar a hablar del término de esquizofrenia ética donde se llega a deformar la figura del periodista y se comienza a convertir a las salas de redacción en salas de clínica informativa.
Por una parte, el periodista puede llegar a entrar en conflicto con su ética profesional y la cultura de la empresa para la cual labora, llegando a refugiarse en un escepticismo frustrante y deformador y por otro lado la falta de ética empresarial termina por degradar y dejarse aplastar ante las presiones del poder o de los poderosos.
Ahora aparece otra enfermedad presente en las empresas informativas, la cual radica en afirmar que la calidad de la información no vende, una posición bastante pesimista y oscura que se convierte en un obstáculo para replantear la ética en la información, argumentando que las cosas bien hechas no son rentables, por lo consiguiente no vale la pena luchar por conseguir una calidad en la información, traduciéndose en fomentar la desinformación, el fraude informativo, el amarillismo, etc.
Las empresas informativas deben dejar a un lado el dilema e información o beneficios, la cuestión no es decidir entre éstas dos, la idea es plantearse la posibilidad de que las dos caminen de la mano. El deber profesional de informar y el ético de lucrarse hacen parte del mismo deber, es claro que en cualquier tipo de empresas están presentes dos dimensiones, la económica y la social.
Finalmente la tarea para todas las instituciones informativas es la de integrar la sensibilidad de todos los que hacen parte de la misma hacia un periodismo de calidad, con un sentido de construcción en comunidad por el fin común de ganar dinero; esta ética unitaria tiene dos objetivos que la componen: dar a la empresa principios editoriales y éticos claros y reconocer las singulares características que tiene la relación de trabajo de los periodistas.
Podríamos concluir este capítulo diciendo que no solo se requiere la prestación del servicio laboral del periodista sino que este servicio tenga una dirección concreta; marcada por los principios editoriales y éticos de la empresa informativa a la cual pertenece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario