
Capitulo I
“El Aprendizaje de la ética: La Connaturalidad del ejemplo”.
Es importante comenzar diciendo que el alma del periodismo, esta compuesta por un sin número de elementos que hacen vibrar los sentidos tanto de la gente joven y/o madura, siempre y cuando éstos no se dejen atrapar por el escepticismo, la burocratización o la desesperanza de la vida actual.
Sin embargo, el alma del periodismo es y seguirá siendo la base fundamental de todas las profesiones informativas, pero ésta debe entrar en la era de la revolución, una revolución enfocada en tres aspectos: la revolución de los contenidos informativos, la revolución de las organizaciones, y la revolución de la ética de la información.
Ahora, enfaticémonos en la revolución de la ética informativa, esa ética que se encuentra, actualmente, rodeada por la constante crítica los medios , la cual impide, en gran medida, entender que el verdadero problema es mejorar la calidad de la información y por otro lado otras veces se produce un cambio en las cuestiones debatidas, tomando así como importante algo que no lo es.
Quizá a llegado el momento de la ética por connaturalidad, ese reto de plantear una nueva ética para un nuevo grupo de informadores, cuyo principal objetivo es el aprender a comunicar ideas, sin la intención de comunicar nada, es decir comunicar una ética sin engrandecer los sentimientos ni agregarles tintes de lucha por el poder.
El nuevo informador debe, primero que todo, entender que la ética de la información no se elabora desde la arrogancia de una pretendida superioridad y que ésta no es una construcción suprema de la información. La información que realmente lo sea, es una información ética; es decir que la verdadera ética de la información surge de la misma información, desde su significado más primario y esencial, desde el núcleo duro del fenómeno informativo.
En la sociedad actual, se ha ido introduciendo la concepción de que el verdadero profesional del periodismo es duro, despegado, insensible y que además éste es el único medio o la única opción para sobrevivir a la selva de la vida pública y a la competencia desmedida por el reconocimiento; dejando a un lado que el verdadero periodismo o la verdadera razón de la información es la pasión por la búsqueda de todo lo que sirve al hombre y a la sociedad, porque es verdad; es amar desmedidamente a la libertad, para combatir la ignorancia, que, en últimas, causa estragos en la información, en la ética y en la libertad.
“El Aprendizaje de la ética: La Connaturalidad del ejemplo”.
Es importante comenzar diciendo que el alma del periodismo, esta compuesta por un sin número de elementos que hacen vibrar los sentidos tanto de la gente joven y/o madura, siempre y cuando éstos no se dejen atrapar por el escepticismo, la burocratización o la desesperanza de la vida actual.
Sin embargo, el alma del periodismo es y seguirá siendo la base fundamental de todas las profesiones informativas, pero ésta debe entrar en la era de la revolución, una revolución enfocada en tres aspectos: la revolución de los contenidos informativos, la revolución de las organizaciones, y la revolución de la ética de la información.
Ahora, enfaticémonos en la revolución de la ética informativa, esa ética que se encuentra, actualmente, rodeada por la constante crítica los medios , la cual impide, en gran medida, entender que el verdadero problema es mejorar la calidad de la información y por otro lado otras veces se produce un cambio en las cuestiones debatidas, tomando así como importante algo que no lo es.
Quizá a llegado el momento de la ética por connaturalidad, ese reto de plantear una nueva ética para un nuevo grupo de informadores, cuyo principal objetivo es el aprender a comunicar ideas, sin la intención de comunicar nada, es decir comunicar una ética sin engrandecer los sentimientos ni agregarles tintes de lucha por el poder.
El nuevo informador debe, primero que todo, entender que la ética de la información no se elabora desde la arrogancia de una pretendida superioridad y que ésta no es una construcción suprema de la información. La información que realmente lo sea, es una información ética; es decir que la verdadera ética de la información surge de la misma información, desde su significado más primario y esencial, desde el núcleo duro del fenómeno informativo.
En la sociedad actual, se ha ido introduciendo la concepción de que el verdadero profesional del periodismo es duro, despegado, insensible y que además éste es el único medio o la única opción para sobrevivir a la selva de la vida pública y a la competencia desmedida por el reconocimiento; dejando a un lado que el verdadero periodismo o la verdadera razón de la información es la pasión por la búsqueda de todo lo que sirve al hombre y a la sociedad, porque es verdad; es amar desmedidamente a la libertad, para combatir la ignorancia, que, en últimas, causa estragos en la información, en la ética y en la libertad.
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